sábado, 31 de julio de 2010

Felicidad

Prólogo: La Bertha de hoy quiere decirle a la Bertha de antes que estas preguntas existenciales 1) se pueden resolver leyendo Ética Nicomáquea, 2) parecen una suerte de pretensión. 

Quisiera una definición exacta de lo que esta palabra significa, al parecer es muy importante pues todos la buscamos en nuestras vidas (definitivamente no había leído a Aristóteles todavía). Según la RAE significa "estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien". Estoy en desacuerdo con ese significado, puedo poseer muchos bienes sin embargo no ser feliz, en un caso hipotético, claro. (insisto: no había leído a Aristóteles).

Cuando le pregunto a las personas qué concepto tienen de felicidad, muchos me dicen que es un estado efímero inconstante que sucede en momentos de la vida. Pero, ¿realmente es eso? ¿un estado? no estoy muy segura.

Ningún concepto me cuadra, ¿será que no la conozco todavía?

Felicidad, qué confuso.

Después del perdón

Prólogo: Qué distinta eras, Bertha.

Pienso mucho, pienso en ti, en lo que pasará, en lo que pasa después del perdón. Yo pensé que estabas bien, que ya no me necesitabas, intenté convencerme de lo mismo. Grité al mundo entero que ya te había olvidado, a algunos les dije que aún te quería pero se me notaba el tono indiferente, como cuando escribo. ¿Entiendes? No me declaro mentirosa, pero sí deshonesta (es lo mismo). ¿Por qué no admitirlo, por qué no gritar al mundo la verdad aunque sea vergonzosa pues me define indecisa? (¿y?)

Te miro, me miras, las miradas están de más y el viento roza mis cabellos (insisto: creo que leía demasiado a Neruda). Dices que estoy bonita, por dentro me sonrojo y por fuera te escupo un "gracias". Suspiro. Sí, la verdad es que te extraño, ahora más que antes, ahora que un beso me plantaste y me dejaste lela sin saber qué hacer después. Sí, la verdad es que te quiero, y no te quise perder. Por eso pienso, pienso en lo que pasará, en lo que pasa después del perdón.

No me acuerdo si lo perdoné o no... Creo que sí. Ni siquiera me acuerdo qué había pasado, pero creo que fue algo grave. Lo importante es que he recordado la importancia del perdón, la importancia de perdonarme errores a mí misma. Errores que cargo todos los días conmigo y me pesan, me agotan. 

viernes, 30 de julio de 2010

Gracias

Prólogo: Otra vez sobre amor. Recomiendo pasar a la siguiente entrada o cerrar la ventana.

Nunca fui buena expresando mis sentimientos con palabras ni con gestos, me gustaría haber sido mejor en esto último. Quizá nadie lo entienda, o a nadie le parezca, pero qué más da si lo que busco es desahogarme.

Podría escribir y escribir sin parar, podría recordar o ponerme a llorar, podría simplemente ignorar lo que siento y guardar mis emociones. Pero ya de qué va, lo hecho, hecho está.

Para empezar tengo que mencionar algunas palabras clave, o de repente solo una haga falta para resumir tantas emociones: amor.

¿Amor? Palabra confusa y tediosa. No sé lo que significa, pero supe lo que te hace sentir. No sé cómo controlarlo, pero si supe dejarme llevar. Me enteré de tantas cosas que no entendía, me di cuenta que yo también puedo querer y ser querida. (¿En qué momento pensaste que no lo eras? Me siento como tu madre ahorita. Claro que eras querida, Bertha. ¿Por qué escribiste eso? ¿Y por qué no me di cuenta de tu carencia de amor propio?).

Sí, aprendí que hay algunas miradas que dicen más que mil escritos juntos, aprendí que con besos uno puede detener corazones, aprendí a pensar en alguien más y ponerme en su lugar, aprendí a aceptar mis errores y a saberlos retractar, aprendí a dejar el orgullo de lado en vez de renegar, aprendí que las comidas saben mejor cuando las comes con alguien más, aprendí a escuchar, aprendí a amar (¿a qué? Claramente no lo entendiste).

Es cierto que se disfruta del amor, de los detalles, del cariño. Pero también se disfruta de la libertad, de la soledad, de la reflexión. ¿Dónde está la línea que diferencia estos dos términos ambiguos?

Cuando uno se encuentra en el auge de su libertad es cuando se pone a pensar: ¿Habré tomado una buena decisión? ¿Debo mirar atrás? No puedo negar que ser libre conlleva mucha responsabilidad, y mucha fuerza también. Pero... ¿Es que acaso no nací libre? Creo que siempre lo fui y lo seré, mas nunca me daré cuenta y caminaré al borde del abismo.

Para terminar, dejo en claro que no me arrepiento de nada. Cada experiencia vivida me ayuda a mejorar, a convertirme poco a poco en lo que seré. Solo me queda sonreír al recordar, las tardes de verano y tu mano al andar... ("Tu mano al andar". Dios.)

Regresé

Si bien es cierto, leer te da calma además de sabiduría.
Leer te hace pensar, reflexionas conforme vas avanzando el texto, lo analizas, lo entiendes, y muchas veces lo relacionas con tu vida personal.
¿Qué excelente, no?

Pero, ¿Qué pasa cuando escribes?
Te desahogas, tu cerebro se llena de mil palabras distintas que necesitan ser enlazadas en una oración y solo algunas serán escogidas para dicho propósito. Las ideas se vuelven lujos, las horas se vuelven noches, y las noches desvelo.

Sí, extraño muchas cosas que no pensé extrañar, pero más que nada extraño hacer lo que más me gusta y más trabajo me da, lo que día a día me da nuevos retos y me invita a mejorar: Escribir.

¿Por qué deje de hacerlo? ¿Es que acaso sentía que no era buena para esto? No sé. Pero qué buena forma de expresar lo que tengo dentro, ya comenzaba a extrañar el desahogo, la verdadera satisfacción.