Si bien es cierto, leer te da calma además de sabiduría.
Leer te hace pensar, reflexionas conforme vas avanzando el texto, lo analizas, lo entiendes, y muchas veces lo relacionas con tu vida personal.
¿Qué excelente, no?
Pero, ¿Qué pasa cuando escribes?
Te desahogas, tu cerebro se llena de mil palabras distintas que necesitan ser enlazadas en una oración y solo algunas serán escogidas para dicho propósito. Las ideas se vuelven lujos, las horas se vuelven noches, y las noches desvelo.
Sí, extraño muchas cosas que no pensé extrañar, pero más que nada extraño hacer lo que más me gusta y más trabajo me da, lo que día a día me da nuevos retos y me invita a mejorar: Escribir.
¿Por qué deje de hacerlo? ¿Es que acaso sentía que no era buena para esto? No sé. Pero qué buena forma de expresar lo que tengo dentro, ya comenzaba a extrañar el desahogo, la verdadera satisfacción.
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Más que genial. Me encanta como escribes.
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